¿Quién fue Maruja Mallo? Un repaso a la vida de la artista.

Maruja Mallo fue una de las figuras más importantes de la generación del 27. Artista revolucionaria, formó parte de los movimientos de vanguardia en Madrid junto a los grandes nombres del momento; como Dalí, Alberti, García Lorca o ramón Gómez de la Serna. Tras el estallido de la Guerra Civil, Mallo se exilió en América Latina y fue relegada al olvido. Hoy la repasamos en nuestro blog de Murales de Molinicos.

La vida artística de Maruja Mallo comienza con su traslado familiar a la ciudad de Avilés, lo que le obligaría a comenzar su formación. Debido a ello, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios. Posteriormente, con su traslado a Madrid, estudia en la  Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Fue en Madrid, precisamente, donde comenzaría a relacionarse con los artistas de la Generación del 27. Es precisamente ahí donde daría lugar a integrarse en el grupo denominado »Las sinsombrero». Un grupo de mujeres artistas españolas nacidas entre 1898 y 1914. El nombre responde al gesto de quitarse el sombrero en público que protagonizaron Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca en la Puerta del Sol.

Comprometida con la República, en 1933 desarrolló una triple dedicación docente como profesora. Primeramente, en el instituto de Arévalo (donde ganó la cátedra de dibujo). Posteriormente en el Instituto Escuela de Madrid y, finalmente, en la Escuela de Cerámica de Madrid.

Al estallar la Guerra Civil, Maruja Mallo huyó a Portugal. De hecho, toda su obra cerámica fue destruida mientras duraron los años de guerra. Para finalizar, culminó su exilio en Bueno Aires, tras recibir la invitación de su amiga Gabriela Mistral para impartir una conferencia.

La aportación a la pintura de Maruja Mallo.

La carrera artística de Maruja Mallo fue un continuo proceso de experimentación técnica y formal. La artista aprendió de los diversos movimientos artísticos de la época, aplicando su propia madurez estilística a cada uno de ellos.

A raíz de su contribución en la Revista de Occidente, y gracias a la exposición que Ortega y Gasset le organiza en la sede de la misma, comienza a hacerse notar. Simbolismo y superposiciones geométricas dotan a sus pinturas de una norma visual concreta.

Desde fiestas y verbenas a calles concurridas o escenas deportivas, la figura femenina adquiere un protagonismo patente. La decadencia y los escaparates vacíos también se reflejan en sus obras.

Es a partir de los años posteriores, durante su exilio, cuando la pintura de la artista se vuelve más grisácea. Los pigmentos grises y pardos comienzan a cobrar cada vez más protagonismo. Los materiales orgánicos como la ceniza o la pizarra comienzan a hacer aparición en sus obras.

Con posterioridad a la Guerra Civil, Maruja Mallo es recibida con indiferencia. El olvido se ha apoderado de ella y su obra, pues cinco lustros acababan de borrar su nombre de la historia. Debido a este motivo, es cuando decide recluirse y volver a la escena pública más tarde. En ese momento, sus obras habían recobrado cierto interés y la artista volvía, de nuevo, a hacer ver por tertulias y reuniones.

Finalmente, Maruja Mallo fallece en una residencia de Madrid a los 93 años de edad, hace hoy 25 años.